Ordering

 El concepto de ordering en arquitectura, según Antón Capitel en La arquitectura compuesta por partes, se refiere a la capacidad y potencial del proyecto arquitectónico de conseguir organizarse mediante la supresión de una disposición gofrada que otorgan coherencia, unidad y sentido. Este ordering no es solamente formal, sino que viene acompañado también de una lógica compositiva que guía la articulación de los componentes que forman el edificio, haciendo que cada parte adquiera interés en función de sólo su asociación con el conjunto. La arquitectura ordenada es, por tanto, una arquitectura que busca legibilidad y comprensión en su génesis y en su percepción; mediante la repetición, la simetría, el ritmo y la jerarquía se construyen sistemas formales que permiten a quien la observa captar un sentido general, aunque las partes individuales puedan ser simples o incluso neutras. En este sentido, ordering consiste en dar forma al pensamiento que forma parte del proyecto arquitectónico, haciendo visible la estructura interna de una idea.

Este tipo de orden arquitectónico puede alinearse con ciertas prácticas artísticas del siglo XX, como la que se expone en Variations on a Theme: Sets in Art, donde la repetición y la seriación se convierten en instrumentos expresivos.


Las construcciones compuestas por elementos simples, uniformes e intercambiables, ensambladas de forma regular, nos hacen llegar a un concepto de totalidad que va más allá de una de sus partes. Así, tal como ocurre la arquitectura compuesta, cada uno de los módulos individuales de las partes compuestas sólo llega a producir un sentido con relación al todo. De este modo, esta visión de las cosas da paso a la multiplicidad, a la variación y a la apertura de significados, al contrario de concebir la obra como un algo único y perfecto. En cualquiera de estas dos disciplinas, el orden deja de ser rigidez y se entiende bajo una estrategia que favorezca encontrar múltiples posibilidades dentro de un sistema.

Finalmente, desde una perspectiva lingüística y semántica, la oposición entre derivación y desviación pueden servir como una forma de entender distintas maneras de poder ordenar en arquitectura. Derivar es extraer algo de una fuente primaria, es decir, seguir manteniendo un vínculo con lo precedente, como ocurre en muchos de los lenguajes formales arquitectónicos donde cada proyecto es un tipo de reescritura o evolución de alguna de las reglas funcionantes, al contrario desviar es romper con el camino marcado por las reglas, introducir una diferencia, etc. La ordenación arquitectónica podrá incluir a la vez las lógicas: la derivación, como respeto al sistema, la desviación, como crítica o innovación. Pero será el orden de partida y no el orden mismo el que dé sentido a lo construido, posea tensión con la tradición y se abra a lo nuevo.

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