Reflexión del curso de Teoría de la Arquitectura
El curso de Teoría de la Arquitectura nos llevó por un recorrido que comenzó
oponiendo lo visceral con lo académico y terminó revelando cómo esa tensión
atraviesa toda la disciplina. En la introducción (Durand vs. Boullée) descubrimos que la arquitectura moderna se funda sobre dos ideas complementarias:
la racionalización (Durand) y lo sublime (Boullée). Ese contrapunto expuso lo
que debíamos llevarnos del curso: no elegir bandos, sino entender cómo cada par
de conceptos nos lleva a cuestionarnos y hacernos preguntas.
En la primera parte, “la percepción de la superficie”, estudiamos la
forma como límite visible del objeto. Debatimos “forma vs contorno” y
aprendimos, con ejemplos que iban de Borromini a Gehry, que el contorno puede
sugerir más que la forma. “Definir el objeto” implicó revisar cómo la piel (desde los muros-tamiz de Utzon hasta la armadura de titanio del Guggenheim) construye significados. La contraposición “ficción de símbolo vs .cobertizo”
nos mostró que incluso lo aparentemente utilitario oculta narrativas
simbólicas.
La segunda parte, “la percepción del orden”, fue de la imagen a la
estructura conceptual. Entre “derivación vs. desviación” analizamos cómo Moneo
deriva sus plantas del contexto mientras Gehry se desvía para producir
sorpresa. Al “definir el esquema” examinamos formas, desde la lógica
constructiva de Durand hasta las morfologías fragmentadas del siglo XXI. Y en
la tensión “ficción de composición vs. morfología” comprobamos que la
composición clásica y la libertad digital comparten la necesidad de un sistema,
visible o invisible.
Finalmente, la tercera parte, “la percepción de la autoría”, cerró el
círculo:“traducción vs. originalidad”, mostrándonos que todo gesto innovador
traduce herencias previas. “Definir el estilo” nos llevó a rastrear las
“constantes mínimas” que hacen reconocible la firma de un arquitecto, tema que exploramos
al contrastar de nuevo a Gehry y Moneo. Y “ficción de invención vs tipología”
evidenció que las tipologías no reprimen la creatividad; al contrario, la
provocan.
En resuemen, del barroco de Borromini a Gehry, atravesamos tres escalas
de percepción (superficie, orden y autoría) para desmontar falsas divisiones y
reconocer la arquitectura como un diálogo permanente entre razón e imaginación.
El curso no nos dejó con respuestas definitivas, sino con un marco crítico para
leer, proyectar y, sobre todo, dudar creativamente de cada edificio que
encontremos.
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