Reflexión sobre Autoría: Moneo vs. Gehry

 

La autoría en arquitectura se vuelve legible cuando un edificio, además de cumplir su programa, articula la ciudad. Aquí conecta la lección de Aldo Rossi —“lo que se puede hacer con la arquitectura es relacionar y conectar cada cosa”— con el Kursaal de Rafael Moneo. Dos prismas emergen como artefactos urbanos capaces de activar la playa y el tejido de San Sebastián: al caer la tarde/noche, la piel traslúcida se enciende y “crea ciudad”, generando actividad y movimiento. Su ubicación, un triángulo marcado por la avenida Zurriola, prolonga el trazado urbano, mientras las hendiduras-ventana gobiernan la luz sin romper la abstracción del volumen. Así se hace real “el estilo como una consigna, marca diferenciable como conjunto de elementos mínimos reconocibles” —contención, precisión constructiva y diálogo contextual— que firma inequívocamente a Moneo.

A beach with a city and water

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Por otro lado, Frank Gehry convierte el Museo Guggenheim de Bilbao en un relato de escala y gesto. El edificio debía medirse con la “ría” y con un puente portuario pensado para buques de carga; de ahí su monumentalidad. Sus láminas de titanio curvan la luz atlántica y, al acercarse, las grietas-ventana desvelan interiores pensados al detal. La pieza parece formar parte del “muro” urbano de la ría —alineada con edificios de cinco o seis niveles—, pero pronto se separa, exhibiendo su engañosa solidez: no es una torre maciza, sino un torbellino de planchas metálicas que fingen ser muro para luego disolverse. Estos rasgos —piel iridiscente, volúmenes torsionados, rupturas inesperadas— actúan como los “elementos mínimos reconocibles” de la autoría gehryana, legibles a primera vista.

Museo Guggenheim Bilbao, la transformación de una ciudad a través del arte

Comparar el Kursaal de Moneo y el Guggenheim de Gehry confirma que, aunque ambos comparten magnitud e impacto urbano, sus firmas provienen de invenciones distintas respecto a la tradición. “En los rasgos estilísticos se podrían hallar instancias de invención respecto a las convenciones y tradiciones… y se condiciona la legibilidad de la obra tanto de Gehry como de Moneo.” Moneo es mesura contextual; Gehry es exuberancia formal. Sin embargo, ambos cumplen con la advertencia de Rossi: enlazan arquitectura y urbanismo en un sistema coherente de artefactos que revitalizan la ciudad. La ventana, la piel y la forma se convierten así en claves para que el transeúnte dictamine, sin dudar: esto es Moneo, esto es Gehry.

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