SURFACING
La superficie en arquitectura no es solo la piel de un edificio, sino el primer contacto visual que se tiene con este. Es la capa externa que un indicio sobre lo que puede estar pasando en su interior. Además de ser una cuestión estética, también es funcional ya que protege, aísla y define el espacio. En otras palabras, la superficie es ese límite que separa lo interno de lo externo, dándole una identidad a una estructura.
El contorno y la forma son esenciales porque nos ayudan a entender cómo un edificio se integra con su entorno. No es lo mismo un diseño lleno de curvas suaves que uno de líneas rectas y agresivas, cada forma comunica algo distinto. El contorno es el perfil que distingue una construcción, es lo primero que percibimos de ella. Así, la arquitectura se vuelve una forma de expresión, como un idioma sin palabras que se expresa a través de sus volúmenes, formas y sombras.
Más allá de ser solo un envoltorio, la superficie en la arquitectura es tanto un símbolo como un cobertizo al mismo tiempo. La superficie simboliza identidad, historia y propósito, transmitiendo mensajes a quienes la observan. Pero también es un refugio, actúa como un escudo que nos protege del mundo exterior. En última instancia, la arquitectura existe porque necesitamos seguridad, pero también porque somos seres que comunican, y cada superficie, contorno y forma cuentan una historia sin necesidad de palabras.
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